miércoles, 5 de octubre de 2011

PERSPECTIVA

“El Reloj”

Llegó el tren y la puerta de su vagón quedó enfrente de su madre. No encontró las cosas como las esperaba, aunque no estaba segura si era porque habían cambiado o porque las recordaba diferente. Su madre también estaba distinta, por el tiempo. Mientras bajaba su equipaje y abrazaba a su mamá, y después cuando caminaban hacia su casa, tuvo la impresión de haber encontrado el tiempo que en la ciudad se iba tan rápido.
Apenas llegó tomaron muchos mates en la cocina, le contó de sus estudios y que los estaba por terminar, de los amigos que vivían con ella y de su novio, con el que planeaba casarse. Luego le preguntó muchas cosas del pasado. Con estas preguntas recordó su pasado, recuerdos desordenados y muchas cosas más.
Recordó un suceso que la llenó de vergüenza. En el último año de secundario, en uno de mis descuidos, Irene me había robado mi reloj. Como sospeché de ella, se lo había reclamado tantas veces, y hasta le había tratado de explicar el valor que tenia para mi. Pero Irene se negaba, hasta se había ofendido, así que decidí darme por vencida y sólo le dije: “No te olvides de darle cuerda”. Después de un tiempo ella se dio cuenta de que no podía usarlo sin que fuera reconocido. Por lo que lo había escondido bajo una baldosa de su cuarto. Cuando Irene recordó dónde lo había dejado, decidió devolvérmelo. Le preguntó a su madre en donde vivía y una tarde vino a verme. A Irene se le cruzaron muchas cosas por la cabeza. Llegó, se paro en la puerta y tocó:
-              ¿Quién es? -pregunté.
-              Busco a Anita. Soy Irene Frías -dijo.
-              Ah, Irene, pasá… –dije.
Cuando ella entró y me vio, me reconoció enseguida; yo estaba como la última vez que me había visto. Entonces ella escuchó el peor reproche de su vida…
-              No le diste cuerda…

No hay comentarios:

Publicar un comentario