miércoles, 5 de octubre de 2011

PERSPECTIVA

El Reloj

Durante toda la primaria, mi mejor amiga fue Irene. Yo nunca había desconfiado de ella, pero luego de que llegó de un largo viaje en el tren, la noté cambiada o habrá sido porque pasó el tiempo desde la infancia.
Una tarde, cuando me descuidé, Irene me robó mi reloj de forma oval, con un espejito dentro y una pulsera de cadenita. Era bañado en oro, quizás a ella le atrajo por eso o sólo le gustó mucho.
Ese mismo día noté que me faltaba el reloj; le pregunté a Irene porque enseguida desconfié de ella y cada vez que hablábamos le recordaba el valor que tenía ese reloj que mi madre me dio.
Con el paso del tiempo, comencé a notar que yo no crecía. Yo pensé que Irene, la supuesta ladrona, no le estaba dando cuerda al reloj, a pesar de que yo le había dicho que lo hiciera.
Finalmente, un día, mi amiga me devolvió el reloj, pero ya era tarde… yo ya me quedaría chiquita para siempre.

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